La inversión en salud, reducto defensivo en Bolsa pese a las amenazas de Trump
Farmacéuticas y biotecnológicas resisten en las carteras gracias al potencial de la innovación de sus productos y a la demanda que implica el envejecimiento de la población


Casi nada escapa al azote arancelario y de recortes de Donald Trump pero hay un sector, el relacionado con la salud, que resiste en Bolsa pese a la amenaza de tasas a la importación de medicamentos y a los recortes del gasto federal, que apuntan directamente a los programas de salud de EE UU. El índice sectorial de salud de la Bolsa estadounidense se anota un alza superior al 20% este año, con compañías que trepan el 50%. Algunas, como si fueran auténticas tecnológicas, han multiplicado su valor en el último año, con la gran diferencia de que la tecnología está ahora purgando los excesos de los últimos tiempos mientras que el sector sanitario exhibe ahora en Bolsa todo su potencial defensivo, un valioso reclamo para el inversor en tiempos de máxima incertidumbre.
Los servicios relacionados con la salud, que van desde la elaboración de medicamentos a la fabricación de prótesis o el desarrollo de técnicas de cirugía, forman parte del escogido grupo de megatendencias para el futuro, de esas temáticas que cuentan con una demanda asegurada para muchos años y que conectan directamente con necesidades ineludibles de la población. El gasto sanitario es difícilmente prescindible en un mundo cada vez más envejecido. “Las dinámicas estructurales del sector sanitario, especialmente debido al envejecimiento de la población, le confieren una demanda sólida, independientemente del contexto arancelario. No solo se prevé un incremento constante de la demanda, sino que además existe una competencia limitada en la mayoría de las categorías”, defiende David Ross, jefe de Renta Variable Global de la gestora francesa LFDE. Se trata además de un sector con estrictos requisitos de seguridad y regulación que dificultan la entrada de nuevos operadores, a lo que se añade la protección a la propiedad intelectual a las patentes. “Todo ello convierte al sector en una opción defensiva por excelencia en momentos de incertidumbre”, añade Ross.
Esos rasgos de estabilidad propios del sector están ahora en entredicho con la administración Trump aunque desde Bankinter Gestión de Activos relativizan los riesgos regulatorios. Coinciden en que pese al volátil entorno geopolítico, la politización de los principales organismos reguladores en EE UU y la incertidumbre actual relacionada con el posible establecimiento de aranceles y/o control de precios, el sector de la salud “sigue siendo de manera estructural uno de los pocos sectores que ofrecen al mismo tiempo innovación (alta implementación tecnológica, IA, terapia génicas, quimio inteligente…) y crecimiento junto a fuertes balances, baja volatilidad de resultados, generación de caja y alto retorno al accionista. Su carácter global con alta diversificación geográfica le permite adaptarse con mayor facilidad a entornos como el actual".
La inversión en compañías de salud no es ni mucho menos un remanso de paz. Las alzas de más del 50% de la estadounidense CVS Health Corporation -propietaria de una cadena de farmacias minoristas y proveedora de seguros médicos-, del 27% de la alemana Fresenius, especializada en tratamientos renales, del 30% de Carl Zeiss, fabricante de lentes y productos oftalmológicos, o del 7% de la fabricante estadounidense de equipos médicos Stryker, conviven con las caídas generalizadas de las grandes farmacéuticas en 2025. La montaña rusa en las cotizaciones también es frecuente para compañías que se mueven en Bolsa a golpe de noticias sobre avances o retrocesos en la investigación de sus fármacos y que ni mucho menos son ajenas a las políticas de Donald Trump.
“Últimamente, invertir en el sector de la salud ha sido como ver una serie de playoffs al límite, con todos los sobresaltos que ello puede conllevar”, reconocen desde la gestora Janus Henderson. Por un lado, los despidos y los recortes de fondos en organismos sanitarios estadounidenses como la Food and Drug Administration (FDA) han lastrado la biotecnología en fase de desarrollo. El secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., es un declarado antivacunas y su decisión de cesar a uno de los responsables de este departamento ya ha pasado una costosa factura en Bolsa a fabricantes de vacunas como Novavax y Moderna y a otros desarrolladores de terapias génicas.
UnitedHealthcare, un gigante del sector de seguros médicos en EE UU, sufre un recorte en Bolsa este año del 23% tras el aumento inesperado de los costes médicos, mientras que el plan de Trump de imponer aranceles también a los productos farmacéuticos, que no ha llegado a concretar, ya ha sembrado dudas sobre los beneficios futuros de las biofarmacéuticas. También los reveses en el desarrollo de nuevos fármacos están minando la cotización de la danesa Novo Nordisk, estrella absoluta el año pasado de la Bolsa europea gracias a su fármaco contra la obesidad Ozempic, pero que este año retrocede casi el 30%. Su suerte bursátil cambió a finales de 2024 al conocerse que su fármaco experimental de próxima generación contra la obesidad, CagriSema, no había alcanzado los resultados esperados. Mientras su rival estadounidense Eli Lilly cede el 3% Bolsa este año gracias en gran medida a los avances en tratamientos para perder peso y controlar el azúcar, en competencia directa con el Ozempic de Novo Nordisk.
La innovación es de hecho un elemento clave para el éxito bursátil de estas compañías y se ha convertido en diferencial en un año de máxima incertidumbre. Más allá del pujante mercado que la diabetes o la obesidad ofrecen a gigantes como Eli Lilly o Novo Nordisk, la británica Verona Pharma es un claro ejemplo de subidón bursátil gracias al desarrollo de un nuevo tratamiento, denominado Ohtuvayre, para la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), el primer nuevo fármaco para este mal en más de 20 años. Aprobado en junio de 2024, en el segundo trimestre de su lanzamiento las ventas ya se habían disparado un 95%. En el último año, sus acciones suben el 370% y se disparan el 1.700% en los últimos cinco años, un hito comparable al de compañías dedicadas a la inteligencia artificial.
“Las biotecnológicas de pequeña y mediana capitalización son una de las mejores fuentes de innovación dentro del sector: en 2024, el 85% de los nuevos medicamentos procedían de estas empresas”, destacan en Janus Henderson. Así, las empresas con productos innovadores y menor expuestas a riesgo regulatorios o comerciales son las que mejores rendimientos dejan en lo que va de 2025. Además, la valoración también juega a favor de estas compañías y a pesar de superar al S&P 500 en lo que va de año, el sector sanitario de EE UU cotiza con un descuento de casi el 20% respecto a ese índice. Al perfil defensivo de su negocio se añaden por tanto unos ratios atractivos que alimentan el flujo de inversiones hacia estas compañías.
John Lamb, director de inversión de renta variable de la gestora estadounidense Capital Group, explica que la atención sanitaria ha obtenido mejores resultados en cinco de las seis últimas caídas del mercado superiores al 10% y también está obteniendo mejores resultados en lo que va de año en un entorno muy volátil. Su carácter defensivo se justifica en ser un servicio esencial, menos expuesto a los ciclos económicos. Y a esta razón se añaden unas valoraciones que cree “relativamente poco exigentes”. “Tanto el sector sanitario en general como el subsector farmacéutico y biotecnológico cotizan con descuentos del 10-15% con respecto al mercado en general (en términos de ratios PER), lo que no está muy lejos de los mínimos históricos”, afirma.
Sebastien Malafosse, cogestor del fondo EdR Healthcare de Edmond de Rothschild coincide en que “el sector sanitario nunca ha estado tan barato desde el inicio de la crisis de la Covid-19″. Y aprecia una oportunidad “muy interesante” en lo relacionado con la obesidad, tras las caídas de Novo Nordisk y Eli Lilly, y en las temáticas relacionadas con el cáncer, los trastornos autoinmunitarios y las enfermedades huérfanas, aquellas que afectan a un pequeño porcentaje de la población y para las cuales no existe una investigación amplia o un tratamiento específico. “A lo largo de las últimas décadas, la industria de la salud ha registrado algunas de las tasas más altas y estables de crecimiento del beneficio por acción de entre los distintos sectores globales, lo que refuerza su resiliencia y atractivo como inversión a largo plazo”, insiste Giuseppe di Benedetto, gestor del MIV Global Medtech.
La diversificación, clave una vez más
“El sector sanitario ha mostrado una resiliencia notable en lo que va de año. No obstante, se observan importantes divergencias dentro del sector: mientras que las herramientas y servicios de ciencias de la vida (LS Tools) han sufrido caídas del 20 % y la biotecnología un descenso del 10 %, los servicios sanitarios han experimentado un crecimiento del 7 %. Esta heterogeneidad resalta la importancia de una estrategia de inversión diversificada dentro del sector”, advierte Rune Sand-Holm, gestor del fondo DNB Fund HealthCare en DNB Asset Management. El aviso no es para menos, con la espada de Damocles de los aranceles sobre las farmacéuticas y con undeclarado antivacunas al frente de la sanidad en EE UU. En Bankinter Gestión de Activos creen de hecho que el sector podría perder su carácter defensivo no por el efecto aranceles sino por el efecto de la reducción o la regulación de precios en EE UU “por lo que habrá que estar muy pendientes de posibles noticias al respecto”. En su cartera apuesta por diversificar principalmente con compañías de tecnología médica y farmacéuticas. Entre las primeras destacan GE Healthcare, Thermofisher, Siemens Healthineers y Straumann mientras que en el subsector farmacéutico sus preferidas son Sanofi, AstraZeneca, Merck KGaA, Pfizer, Merck & Co y Zoetis.
Mientras persiste la amenaza de aranceles sobre el sector, Donald Trump ya ha dejado clara su intención de favorecer la producción nacional de medicamentos en EE UU una orden ejecutiva que encarga a la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) que reduzca los obstáculos regulatorios y agilice la fabricación de productos farmacéuticos en el país. Algunas grandes farmacéuticas ya han anunciado importantes inversiones en la fabricación en Estados Unidos en las últimas semanas, como los 23 000 millones de dólares de inversiones por parte de Novartis y o los 27.000 millones de dólares de Eli Lilly en los próximos años. “Las compañías con altos márgenes tanto farmacéuticas como de tecnología médica serán capaces de absorber el efecto arancelario con mayor facilidad, aunque por el contrario una presión en precios de sus productos en EE.UU como medida adicional tendría mayores consecuencias”, añaden desde la gestora de Bankinter. Hasta ahora el sector biofarmacéutico ha resistido relativamente bien aunque, y pese a sus virtudes “esto no significa que no vayan a ser objeto de un mayor escrutinio por parte del mercado”, advierten en Capital Group. Para la gestora estadounidense, los aranceles son de hecho “el elefante en la habitación del sector”.
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