El BCE cierra el círculo un año después y prepara otra rebaja de tipos en plena tregua comercial
El alza del euro, la moderación de los salarios, y el abaratamiento del barril de petróleo pavimentan una nueva rebaja del precio del dinero a la espera de noticias sobre las negociaciones arancelarias entre EE UU y Europa


El Banco Central Europeo afronta una reunión de cifras redondas. Hace justo un año, Fráncfort inició su senda de recortes de tipos de interés tras una abrupta subida del 0% al 4% para contener el shock inflacionista. Este jueves los volverá a bajar, por octava vez en nueve encuentros, para dejarlos a medio camino, un 2% que muchos expertos consideran punto de inflexión, pues se sitúa de lleno en el terreno considerado neutral porque ni frena ni estimula la economía. Y lo hará con una buena noticia sobrevolando la escena: este martes se conoció que la inflación de la zona euro se situó en mayo en el 1,9%, por debajo del objetivo del Eurobanco.
A diferencia de los bandazos del Banco de Inglaterra o la Reserva Federal, que han combinado pausas con recortes, a veces agresivos, y han lidiado con una situación interna más inestable —sobre todo EE UU tras la victoria de Trump—, Christine Lagarde y los suyos han transitado un camino relativamente plácido. La estrategia del paso a paso ha ido menguando las tasas de cuarto de punto en cuarto de punto, como si se temiera romper algo si se tocaban más de la cuenta, pero con una perseverancia firme que ha revertido ya la mitad del ascenso y las devuelve a niveles que no se veían desde febrero de 2023.
Una de las cuestiones que más llama la atención es que el Eurobanco ha sido capaz de emprender esa travesía sin grandes discrepancias internas, con unanimidad en las decisiones y los halcones expresando sus dudas con la boca pequeña. Carsten Brzeski, jefe de Macro de ING, constata además que el BCE ha sido capaz de ser previsible hasta el aburrimiento. “Cuando los chismes y la situación europea en general reciben más atención que la próxima decisión sobre los tipos de interés, significa que el Banco Central Europeo debe estar en el camino correcto para cumplir con su mandato de estabilidad de precios”, afirma.
Las recientes informaciones sobre la posibilidad de una marcha anticipada de la presidenta del BCE al Foro Económico Mundial, descartada luego por Fráncfort, y el debate sobre el papel del euro como nueva divisa de referencia ante la crisis del dólar han opacado la decisión de tipos, que ha quedado relegada a un segundo plano porque se da por descontada desde hace semanas. Actualmente, los futuros conceden un 98% de opciones a que la política monetaria se suavice de nuevo en la reunión del jueves, donde parte de la atención se la llevarán las nuevas proyecciones de crecimiento e inflación que presenta el banco.
Ni siquiera la caótica política comercial de Trump ha conseguido alterar el modus operandi del BCE con los tipos, como sí ha hecho con la Reserva Federal. Más bien al contrario: el mercado auguraba que la reunión de marzo sería la última sencilla, porque esperaba una nueva pausa en los tipos justo después, pero entonces llegó el llamado Día de la Liberación, y en medio de la incertidumbre y la inquietud ante un eventual parón económico, el BCE optó por seguir haciendo lo que había funcionado. “Trump no solo ha devuelto la prosperidad a la economía europea, sino que también ha hecho que la inflación prácticamente desaparezca”, ironiza Brzeski.
La paradoja viene de que el adelanto de las importaciones por parte de las empresas estadounidenses para evitar el golpe de los aranceles ha actuado como un estímulo para Europa. El PIB de la zona euro avanzó cuatro décimas hasta marzo, aupado por un sorprendente dato de crecimiento en Alemania, que pasó de perder dos décimas en el último trimestre a ganar dos en este comienzo de año. Además. la caída del dólar —de un 10% frente al euro— y del precio del petróleo —el barril de Brent ronda los 65 dólares, frente a los más de 80 dólares de enero— auspiciadas por las políticas del republicano han alejado de Europa el fantasma inflacionista, al abaratar las compras de energía, una de las partidas que suelen explicar las subidas de precios. Y el crecimiento de los salarios negociados, una de las métricas más observadas por el BCE, experimentó un brusco descenso, al pasar del 4,1% al 2,4%.
Esperando un acuerdo comercial UE-EE UU
Esos vientos favorables a un nuevo recorte de tipos han hecho que la de este jueves sea ahora considerada de nuevo como la última reunión fácil, ahora-de-verdad. Tras junio, el mercado anticipa una pausa en julio, y otras dos rebajas hasta final de año, lo que significaría cerrar 2025 en el 1,5%. Sin embargo, la próxima reunión será el 23 de julio, por lo que si no hay cambios, para entonces ya se conocerá si la UE y EE UU han alcanzado un pacto comercial —Von der Leyen y Trump acordaron darse hasta el 9 de julio—.
Hugo Le Damany y François Cabau, economistas de AXA IM, opinan que el resultado de esa negociación podría decantar la balanza. “Una vez alcanzado el nivel neutral, las discusiones en el Consejo de Gobierno serán más difíciles, pero cualquier resultado desfavorable de las conversaciones comerciales probablemente inclinaría al BCE hacia otro recorte de tipos consecutivo”, señalan.
Sus previsiones a medio plazo difieren de las del consenso: predicen que el BCE será más agresivo en los recortes y 2025 terminará con los tipos mucho más abajo de lo esperado, en el 1%. De producirse, sería una buena noticia para los hipotecados a tipo variable, que seguirían viendo abaratarse sus cuotas porque el euríbor depende de los movimientos de tipos, y proporcionaría gasolina al auge inmobiliario que vive España, con las compraventas acercándose a los niveles de la burbuja, al facilitar el acceso a financiación.
En cuanto a Goldman Sachs, ve los tipos en el 1,5% a cierre de año, es decir, con dos recortes extra después del de este jueves, pero prevé que se espacien en el tiempo, con descuentos en septiembre y diciembre, y pausas en julio y octubre.
Rubén Segura-Cayuela, economista jefe de Bank of America para Europa, espera que Lagarde “haga hincapié en la necesidad de ser ágiles y estar preparados ante posibles cambios en la política comercial”. Y que abra la puerta a unos tipos por debajo del 2%, aunque sin una señal explícita. “La incertidumbre sobre la configuración de los aranceles dentro de unas semanas y las posibles represalias de la UE les da suficiente cobertura para no comprometerse a más, al menos de momento”, apunta.
Sobre la firma
